viernes, 15 de noviembre de 2013

Vivir a la sombra de una estatua


Te odio pero te quiero, te necesito pero te rechazo. Si los habitantes de isla de Pascua pudieran elegir una frase para cada pasajero que aterriza allí, postularían la fórmula de “las tres v”: vengan, vean y váyanse.

Esa puerta de vidrio separa el aeropuerto del resto de la isla pero también divide dos climas. Adentro, calor agradable y silencio protocolar; afuera, humedad sofocante y jolgorio total. Los locales se zambullen encima de los recién llegados para adornarlos con flores y ofrecerles frutas arrancadas de esa misma tierra. Les cantan, bailan y revolotean. Me parece lógico que esa puesta en escena tenga un precio y me detengo a esperar el momento del cobro pero me equivoco: la fiesta es solo para los nativos que están volviendo a casa, no incluye turistas. Entonces veo la primera señal.